Al parecer -con algo de ironía- el aislamiento preventivo en la crisis sanitaria también afectó a las gallinas donde los huevos forman parte fundamental de la canasta básica alimentaria y sus precios no se congelan cuando en abril registró fuertes aumentos. En algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense llega a pagarse con un incremento de entre 80 y 100 por ciento, y lo mismo sucede en Posadas y Puerto Iguazú.
El maple de huevos, que hasta la Semana Santa se pagaba entre 190 y 220 pesos en promedio, ahora vale 300 pesos y más. Diez pesos por huevo, aunque parezca mentira.
Al respecto, empresarios del sector dan sus argumentos por los aumentos y responsabilizan a la cadena comercial por el salto desmedido. Aunque también hay una caída en la producción de huevos en torno del 13 por ciento en el último año. En la actualidad ronda los 33 millones de unidades diarias, contra 38 millones de abril del año pasado.
Así lo explica Javier Prida, presidente de la Cámara Argentina de Productores Avícolas (Capia): “La gente está en su casa y cocina más. Hace tortas, tortillas, budines, un montón de cosas que antes de confinamiento no se hacían”.
En consecuencia, se producen dos panoramas: menor producción y mayor demanda.
Sin embargo, la fuerte alza de los precios no se traduce en mayores ingresos para los productores. De acuerdo a los números que desliza Prida, el maple de huevos mayorista costaba 125 pesos hace un año, pasó a 170. El precio del cajón de 30 docenas (que compran los supermercados) cuesta $2240 ($75 la docena). Más barato que los $2500 que hace unos meses, por la imposición de los precios máximos y el cambio del IVA de comienzos de año. A pesar de eso, la docena de huevos que compran los clientes vale más caro ahora ($120 la docena).